La calefacción con madera, también significa una contribución personal para la transición energética. La madera es neutral respecto al CO2, durante la combustión únicamente se libera la misma cantidad de CO2 que se combinó durante su crecimiento. Las calefacciones en base a madera, no solamente ofrecen bajos valores de emisión de CO2, a título de ejemplo, la calefacción mediante pellets de madera emite una muy baja cantidad de cenizas, esto también significa una reducción de la contaminación causada por el polvo fino.
Mediante la calefacción en base a madera, Usted ahorrará hasta un 50 % de sus gastos de calefacción. Los precios de combustibles a base de madera, permanecieron estables durante años.
En nuestras regiones, la madera tiene un gran crecimiento anual y se produce bastante más de lo que se consume. En Europa, las superficies cubiertas por bosques crecen continuamente y de esa manera, también se asegura el creciente suministro de su combustible. Adicionalmente y a título de ejemplo: Austria produce pellets de madera únicamente a partir de subproductos de la madera y sin embargo la producción de pellets es superior al consumo local. A causa de esos factores, puede descartarse una eventual escasez de pellets en el futuro.
El Estado Federal, los Estados y las Comunas, fomentan la utilización de calefacciones basadas en el uso de biomasa, con la consiguiente contribución para el cuidado del medio ambiente y para la transición energética.
Confiarse en el petróleo o en el gas natural, para elegir el combustible más apropiado, suele implicar riesgos, que se combinan con enormes variaciones de precios. Los efectos sobre el medio ambiente, que pueden ser causados por los diferentes procesos de extracción de petróleo y gas natural, no siempre pueden ser debidamente evaluados.
La leña, los pellets, y las astillas que sirven para ser utilizados como combustible en las calefacciones a base de madera, pueden ser obtenidos al 100 % en base a producciones regionales. Esto no solamente sostiene a la economía local, también reduce el balance de CO2, dado que las rutas de transporte de su combustible resultan más cortas.